Chile no es fome
por Maia Sherwood Droz publicado en El Nuevo Día el 4 de abril de 2010 Acababa de llegar a Santiago. Iba al V Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebraría del 2 al 5 de marzo en Valparaíso, y a visitar a queridos amigos, chilenos y puertorriqueños. Del aeropuerto fuimos a un restaurante, a celebrar el cumpleaños de la novia de mi anfitrión, y mi llegada. Fluyeron el pisco, los mariscos chilenos y la camaradería puertorriqueña-ecuatoriana-chilena-estadounidense del grupo. De vuelta en el “departamento”, y tras una última plática eufórica, nos acostamos. Eran las 2:00 a. m. A las 3:34 a.m., me despertaron los golpes de la pared contra mi cama. Pensé que mis amigos continuaban la celebración en su cuarto, contiguo al mío... pero los golpes crecían en intensidad, y mi cama se movía sola, alfrente y atrás y arriba y abajo, cada vez más fuerte y más rápido. Abrí los ojos y me sentí en un espacio poseído: la cama brincaba y las paredes ya no formaban angulos rectos, sino formas fluidas. Salté de la cama y fue difícil tenerme en pie. Di manotazos en la puerta de Cinthia y Heri, y ellos salieron, llenos de horror. ¿Qué hacer, si era un piso 10 y no podíamos ni caminar? “El marco de la puerta”, la obsoleta enseñanza antisísmica: allí nos encuadramos, los tres abrazados, durante dos minutos eternos, mientras el espacio alrededor rugía sacudiéndose en todas direcciones. Éramos absolutamente impotentes. “No puede ser este el final”, rugía por dentro yo, “no puede ser que aquí acabe todo, no puede ser una muerte sin sentido, NO PUEDE SER”. Y no fue, pero pudo haber sido. Por eso dedico esta columna a Chile, y a los millones que compartieron esos minutos de terror, y los difíciles minutos y horas y días subsiguientes, y a los que no están ya para contarlo. Y miro las palabras que usamos –tan frustradamente– para describirlo. “Terror” es una palabra irónicamente apropiada, pues está vinculada a “temblor” y a “tierra”. Podría venir del indoeuropeo “tre-”, ´temblar´, que también dio “trémulo”, “estremecerse” y “tremendo”. “Aterrar” primero significó ´derribar´ (de “a” + “tierra”), luego ´abatir ´ y finalmente ´aterrorizar´. Actualmente conviven “aterrar” y “aterrorizar”, y “aterrador” y “terrorífico”. “Terrible” es derivado de “terror”. “Terremoto” viene del latín “terrae motus”, o ´movimiento de la tierra´. El movimiento igualmente se llamó “telúrico”, del latín “telus”, ´tierra, globo terráqueo´. El “sismo” de América y el “seísmo” de España vienen del griego “seismos”, ´temblor del tierra´, y este de “seiein”, ´sacudir´. “Solidaridad” es palabra del siglo XIX. Hemos visto su referente concreto después del terremoto, tanto dentro como fuera de Chile. Llega del francés “solidarité”, del latín “sólidum”, ´suma o número total´, de “solidus”, ´sólido´. Es familia de “soldado”, figura que en Chile constituyó pieza clave para mantener el orden dentro del caos. Finalmente, “gratitud”... a todos los amigos de allá y acá, a la familia, al país, a la vida. Viene del latín “gratus”, ´agradecido´, que es realmente lo único que se puede ser. Me dijeron que Chile era “fome”, que en español chileno significa ´aburrido´. En otra ocasión escribiré del español de Chile, pero por ahora doy fe de lo contrario: Chile es un pueblo que camina erguido cuando la tierra tiembla...y que extiende su mano para levantarte. Fuente: página personal de Maia Sherwood Droz
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¡Por fortuna, las pizzas no se piden por escrito...! ¿Pero cuántas palabras de uso corriente nos hacen dudar al momento de intentar ponerlas por escrito? Y las dudas, ¿son únicamente ortográficas? ¿No nos pasa, acaso, que cuando escribimos una palabra, cuando cada letra va apareciendo ante nuestros ojos, tomamos conciencia de cosas a las que no prestamos atención en lo cotidiano. ¿Era así esa palabra? ¿Así sonaba o era de otro modo? ¿Con qué letra se representa ese sonido?
Si la palabra en cuestión es de origen y forma extranjera, la dificultad tenderá a acentuarse. De no mediar alguna medida estandarizadora, se generarán diversas soluciones para un mismo problema, lo que redundará en la aparición de variantes de una misma palabra, con la consiguiente nueva duda: ¿cuál de esas variantes debo usar en un texto, si quiero dar una buena imagen de mí misma, es decir, si quiero aparecer ante los demás como una persona educada? Veamos un ejemplo: la caja en cuyo interior se ubican y conectan los tubos fluorescentes, y que actúa como condensador de energía, tiene un nombre de procedencia inglesa: ballast. En Chile, se usa tanto la forma no adaptada ballast, como la adaptada ortográficamente: bálast. En Puerto Rico, coexiste la variante original con una adaptada fonética y morfológicamente al español: balastro. En México, se emplea también la variante adaptada fónica y morfológicamente, pero se le atribuye género femenino: balastra. No pretendo aquí realizar un estudio acucioso de todas las variantes posibles de la palabra en cuestión, sino sólo ilustrar una realidad compleja y cotidiana: en sólo tres países, se encuentran cuatro nombres diferentes para un mismo objeto; cuatro nombres que en el ahora funcionan como sinónimos (o heterónimos, si se prefiere), pero que en una mirada histórica surgen como variantes de una misma palabra. Me agrada la diversidad, pero no ha de ser tan agradable ir a otro país a comprar la caja en cuestión, para encontrarse con que tiene otro nombre. Me dirán que al menos balastro y balastra suenan parecido… que es fácil deducir que se trata de lo mismo, si apenas difieren en su terminación (en su flexión)… pero moto y mota también, y son palabras diferentes, con significados y orígenes distintos. ¿Planificación lingüística? ¿Intervención moderada? ¿Laissez faire? Algunas respuestas (y no pocas preguntas), en el artículo que ofrezco más abajo: El préstamo léxico y su adaptación: un problema lingüístico y cultural El gran G. K. Chesterton (escritor británico, 1874-1936) publica en 1905 el que, a mi juicio, es su libro más deslumbrante: El club de los negocios raros. Una obra de giros impredecibles, donde no hay espacio a obviedades y sí a múltiples aparentes sinsentidos. Pues bien, en el capítulo V, titulado "La pintoresca conducta del profesor Chadd", se presenta de modo brilante e insospechado una teoría lingüística que es también teoría del signo. Y aunque no pretendo discutirla aquí (sería un crimen entregar la clave del acertijo chestertoniano), valga esta imagen como incentivo para quienes quieran descubrirla.
Memoria Chilena ha abierto una interesante convocatoria que permitirá publicar trabajos e investigaciones sobre temas diversos, relacionados con nuestro país.
El llamado es a enviar "ensayos, investigaciones o trabajos acerca del patrimonio, cultura, arte, historia o música de Chile". ¿La idea?: representar la memoria desde múltiples enfoques; narrar Chile con distintas voces. Los trabajos (que pasarán por un comité evaluador) comenzarían a publicarse desde el 1° de abril de este año. Algo muy enriquecedor es la apertura al mundo extra-académico, tanto en lo que respecta a los posibles participantes ("Todos los navegantes y usarios de Memoria Chilena"), como en lo relativo a las temáticas y a los enfoques posibles: "Queremos que los temas abordados no se restrinjan de ningún modo, sino incentivar diálogos y cuestionamientos que vayan más allá de los lugares comunes, rescatando fuentes que no se encuentran cotidianamente en los programas académicos y temáticas que sin ser habituales forman parte de la memoria colectiva". Un regalo más de Memoria Chilena, en este verano 2011. Copio aquí las bases: Bases: ..:: CONVOCATORIA: - 1 de febrero - 31 de agosto de 2011. ..:: QUIÉNES PARTICIPAN: - Todos los navegantes y usuarios de Memoria Chilena y sus sitios asociados. ..:: CRITERIO DE ADMISIÓN: - Ensayos sobre temas diversos que se ajusten al marco de la convocatoria. Se privilegiarán aquellos trabajos cuyo enfoque global permita su comprensión por un público amplio y diverso. Del mismo modo, se recomienda el énfasis en temas y enfoques que permitan la difusión de nuevas líneas de investigación. Sobre la misma, el trabajo será sometido al comité editorial de Memoria Chilena para su publicación. ..:: FORMATO DEL ARTÍCULO: - Extensión mínima: 4 páginas, arial 11, espaciado: 1,5 líneas. - Extensión máxima: 20 páginas, arial 11, espaciado: 1,5 líneas. ..:: FORMAS DE ENVÍO: - Al correo electrónico [email protected] con asunto Comunidad - Al correo postal de la Biblioteca Nacional de Chile, Alameda 651, Santiago, con asunto Comunidad (Memoria Chilena). Fuente: sitio oficial de Memoria Chilena |
María Natalia Castillo Fadic
Doctora en Filología Hispánica (Universidad de Valladolid), Diploma de Estudios Avanzados en Lengua Española (Universidad de Valladolid), Máster en Lexicografía Hispánica (Real Academia Española), Magíster en Letras con mención en Lingüística (Pontificia Universidad Católica de Chile). Archivos
February 2012
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